sábado, 18 de febrero de 2012

Random

Tengo los recuerdos más nítidos de sensaciones y momentos aleatorios de mi vida. Recuerdo, por ejemplo, la noche en la que nació mi hermano, el colchón que pusieron mis abuelos al lado de su cama para que durmiera mientras mis padres corrían al sanatorio y la guitarra de juguete que quisieron hacerme creer que mi hermanito habla traído de regalo. Subestimaban mis despabilados y flamantes 4 años.

Me acuerdo cuando nos mudamos de Callao a Arenales, entrar por primera vez a mi nuevo cuarto que mamá había decorado especialmente para la inauguración, sentirme tan importante.Volver de las vacaciones y tener todas las revistas Billiken que habían llegado durante mi ausencia prolijamente acomodadas por Betty, la chica que trabaja en casa, sobre mi escritorio.

El primer día de clases de segundo grado, volver a ponerme corbata, jumper y el odioso delantal turquesa luego de 3 meses de absoluta libertad en malla, ojotas y el cuerpo lleno de arena.

La sensación de desasosiego con sólo 10 años al despedirme de mis amigas y poner mi vida en cajas cuando nos fuimos de Buenos Aires.El miedo de que la distancia hiciera estragos con nuestra amistad.

El sabor de los ravioles de los domingos en la casa de mis nonos, los asados multitudinarios en la finca hechos exclusivamente por mi tata.

Y así y todo me es realmente imposible recordar, por ejemplo, el nombre de algunas compañeras del secundario  o el apellido del odiado profesor de Economìa de la facultad.

1 comentario:

PauLy dijo...

A mi tambien me pasa. La memoria es caprichosamente selectiva.

A veces me gustaria poder elegir qué olvidar y qué recordar... Solo a veces

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