Y mirá que apenas nos conocíamos y ya la vida urdía lo necesario para desencontrarnos minuciosamente.
Como no sabías disimular me di cuenta en seguida de que para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos,
y entonces primero cosas como estrellas amarillas (moviéndose en una jalea de terciopelo), luego saltos rojos del humor y de las horas, ingreso paulatino en un mundo,que era la torpeza y la confusión
(un mundo donde te movías como un caballo de ajedrez que se moviera como una torre que se moviera como un alfil)
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