La historia de lo que pudo ser

Tenía pelo ondulado castaño claro, no muy corto, tampoco largo.Tenía los ojos marrones, creo que claros.Y una cicatriz sobre el ojo derecho, que le daba un cierto halo de fragilidad.Era alto, y tenía la espalda ancha, jugaba al rugby y eso se le notaba por cierta torpeza al caminar.Combinaba tosquedad, con elegancia y ternura con virilidad.

La primera vez que lo ví estaba de vacaciones con mis amigas, tenía 20 años y demasiadas complicaciones para conocer a alguien.Pero de entre la multitud nos vimos, no me dijo una palabra solo me miró, y me agarró la mano.Se me cruzó por la mente una seguidilla de imágenes de lo que sería mi vida con él.Pero no podía, no quería y no sabía cómo hacerlo realidad.Entonces miré el presente y me alejé distraída a sumergirme en las dificultades de una relación caótica.Al día siguiente alguien dijo que se llamaba Martín.Ese nombre quedó resonando en mis oídos...

Un tiempo después el destino nos volvió a cruzar, kilometros más lejos de la primera vez, pero mi situacion seguía siendo igual.Nos vimos, nos miramos, nos sonreímos, nos saludamos...y de nuevo quise escapar.Esta vez el no me dejó.Hablamos, toda la noche , me contó de su vida, de sus planes, de su futuro y su pasado.Yo hable poco, dije lo suficiente.Pero sonreí mucho, mis ojos brillaban como hacía mucho no lo hacían.Nos abrazamos, me aferré a el rogando que no me suelte, sabía que era la despedida y no quería volver a mi realidad.Pero lo hice.

Martín se fue, y yo me quedé.El fué sin saberlo mi primer oportunidad de salir de un círculo vicioso.Una luz en tanta oscuridad.Un recuerdo feliz, dentro de una tristeza enorme.

La historia que no se escribió, y sin embargo tuvo un final.